Bogotá, diciembre 6, Las FARC y el D+5
Colombianos y colombianas:
El primero de diciembre pasado entró en vigencia el Acuerdo Final de Paz tras su refrendación por el Congreso de la República por abrumadora mayoría, marcando con ello el día D y la activación de los compromisos adquiridos por las partes.
Lo que sigue no será fácil y requerirá del concurso de todos y todas, si queremos alcanzar la orilla de nuestra reconciliación.
Superando trámites interminables esperamos para muy pronto las primeras excarcelaciones de guerrilleros de las FARC y de colaboradores, privados de la libertad por delitos indultables. Y en pocos días también esperamos que se inicie el procedimiento legislativo especial para la paz, o fast track, para sacar adelante la ley de amnistía antes de finalizar el año, y con plena vigencia del Acto legislativo 01 de 2016. Esto supone, que no debe haber proyecto de amnistía discutido en sesiones ordinarias del Congreso con mensaje de urgencia.
Luego de tantas vicisitudes, de subir la montaña como Sísifo para ver rodar con nuestros interlocutores del gobierno, una y otra vez, nuestros mejores esfuerzos, nos mantenemos firmes en el propósito de paz, con la esperanza que por fin ésta, abrace a Colombia.
Mientras tanto hemos sido informados por fuentes confiables que la máxima instancia de conducción política del país, ha ordenado acelerar la adecuación de las zonas de normalización hacia las que deben confluir las unidades guerrilleras en pre-agrupamiento, una vez estén despejados los caminos de obstrucciones jurídicas y en vigor las suspensiones de órdenes de captura. Es comprensible que nadie emprenda movimientos hacia ZVTN si se corre el riesgo de ser detenido.
Para las FARC-EP, el día D implica mantener el Cese al Fuego y de Hostilidades Bilateral y Definitivo, lo cual evidentemente se está cumpliendo.
Reafirmamos nuestra voluntad de cumplir estrictamente con todos los términos del Acuerdo Final, y nuestra disposición de hacerlo lo más rápidamente posible. Recordamos que en las Zonas Transitorias tendrá lugar, de manera gradual, la Dejación de Armas, y que culminado este proceso, las FARC-EP se convertirán en partido político legal.
Una vez ubicadas las FARC en las proyectadas zonas, el Gobierno, en consonancia con lo acordado, trasladará a esos espacios a los guerrilleros y colaboradores encarcelados por delitos no indultables, según la legislación anterior a la entrada en vigencia de la ley de amnistía, quienes en todo caso quedarán a disposición de la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP.
Esperamos que se disipen en pocos días los nubarrones que ensombrecen el horizonte de la concordia.
Por amor a Colombia, no hagamos más el ridículo ante el mundo civilizado. El proceso de paz lo respaldan la ONU y las grandes potencias, la UE, la CELAC, el Vaticano, la CPI, pero una rara esquizofrenia, como la que advierte Pepe Mujica, pareciera sofrenar nuestra reconciliación. Hasta el New York Times, el poderoso diario de los EEUU, ha tenido que pedir a las autoridades judiciales acelerar el proceso, para darle oportunidad al fin de un conflicto de más de cinco décadas de violencia.
La Colombia de hoy, con relación a la paz, se parece a la patria de 1810 a 1815, y a veces, a la de aquél dudoso héroe nacional que optaba por la ley así se llevara el diablo a la República. Esto no puede seguir ocurriendo.
No permitamos que la paz quede enredada en una telaraña jurídica tejida por la insensatez, que puede atrapar por años nuestra esperanza y nuestro futuro. No es justo. No es justo. Colombia tiene que despertar. Que nada ni nadie nos arrebate el derecho a vivir en paz.
No acusamos al Gobierno que se la ha jugado por la paz; nos dolemos de nuestras pésimas costumbres políticas. Todos deseamos que la situación cambie.
Desde Bogotá hacemos hoy un vibrante llamado a la sociedad colombiana a defender el más grande anhelo colectivo, el de la paz. El más elevado de todos los derechos debe ser defendido por la nación en masa. La paz es de todos; de los pobres y de los ricos, del indio y del empresario, del negro y del jurista, del campesino y del académico, del militar y del guerrillero, del policía y del legislador, del religioso y del no creyente, porque en ella, en la paz, nos encontramos todos, los que queremos una patria distinta, digna y sin exclusiones.
Comisión de implementación FARC-EP
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