jueves, 11 de mayo de 2017

DESPIDIENDO AL HERMANO, AL CAMARADA, AL COMPAÑERO, AL AMIGO

       
Por: Horacio Castro, Corporación Semilla y Memoria
Conocí a Jerónimo en el año 2011, me lo presentaron en la Fundación Lazos de Dignidad, Organización Defensora de Derechos Humanos y de Prisioneros Políticos; en la época en que él, en cumplimiento de las tareas que la Asociación de Trabajadores Campesinos del Tolima (ASTRACATOL), su Organización de base, le delegara.

Lo recuerdo como una persona un poco tímida y de pocas palabras pero con un ánimo de trabajo y una sed de aprendizaje impresionante. Al poco tiempo me encontré con él en las primeras reuniones a las que asistí en mi labor por la Defensa de DD.HH. y de Prisioneros Políticos.  En ese momento descubrí y entendí la razón de su timidez; se trataba de un campesino con una escasa formación académica y recién salido de su vereda natal: Río Negro del corregimiento de Maracaibo, en el municipio de Rioblanco, Tolima.

Como la inmensa mayoría de los habitantes de esa región, Jerónimo nació y creció en medio del conflicto armado.  Vale la pena recordar que muy cerca de Maracaibo, en el mismo municipio de Rioblanco, se encuentra El Davís, territorio histórico de la resistencia campesina, allí fué el asentamiento de las autodefensas campesinas lideradas por el legendario dirigente agrario Isauro Yosa, perteneciente al Partido Comunista, al que se unió Manuel Marulanda Vélez 10 años antes de fundarse las FARC. Esta región ha sido desde siempre epicentro de resistencia y por tanto, escenario de conflicto y de represión estatal que ha tocado a casi todas las familias campesinas y la de Jerónimo no podría ser la excepción.

Fueron muchas las veces, que en estos 6 años nos encontramos ya que, pertenecimos a organizaciones hermanas, ambas articuladas a la Marcha Patriótica; y desempeñábamos un mismo trabajo: defender los Derechos Humanos de los militantes y del pueblo en general. En honor a la verdad hay que decir que Jero, como cariñosamente lo llamábamos, brilló siempre con luz propia cumpliendo con denodado esfuerzo, y una pasión impresionante, las tareas propias de su responsabilidad, llegando, en este corto tiempo, a relacionarse con organizaciones y personalidades del orden local, departamental, regional, nacional y hasta internacional. Realmente su brío, compromiso, dedicación, espíritu de superación y disciplina son de digno reconocimiento y emulación.

De su trágico fallecimiento me enteré a eso de las 10: 50 de la noche del día 24 de abril, por un mensaje de Whatsapp que nos envió un compañero, en el que nos informaba que Jerónimo estaba en la morgue de El Espinal, quedé estupefacto; fue terrible, inesperado e increíble. Lo que inmediatamente vino a mi cerebro fue que se trataba de un atentado criminal, toda vez que por su labor al frente de la comisión de DD.HH y por las denuncias hechas; había recibido, junto con otros compañeros, amenazas de parte de las “Águilas Negras” y de las “Autodefensas Gaitanistas de Colombia”; supuestas nuevas organizaciones sucesoras del paramilitarismo, pero que todo el mundo sabe, se trata de las mismas estructuras paramilitares que obedecen a la misma estrategia militar contrainsurgente y disciplinadora social: eliminar físicamente al supuesto enemigo interno. Para nuestra tranquilidad, si es que se puede tener tranquilidad en momentos tan luctuosos, supimos que se trató de un accidente que había sucedido el día anterior a eso de las 6:30 de la tarde en la vía entre El Guamo y El Espinal, ruta de gran accidentalidad. Los  pormenores del accidente no estaban muy claros, sólo que su moto había chocado con la parte trasera de un camión que se hallaba estacionado a la vera de la carretera.

Conocida la noticia, algunos compañeros de Marcha Patriótica se desplazaron a la morgue del municipio de El Espinal donde informaron, se encontraba el cadáver, otros nos convocamos para reunirnos al otro día, en horas de la mañana, en la oficina de ASTRACATOL; sobra decir que esa noche la pasamos prácticamente en vela  meditando la tragedia. El martes como lo habíamos acordado nos reunimos para organizar lo del acompañamiento, convenimos en contratar un bus para desplazarnos, las 21 personas que viajaríamos de Ibagué al sepelio;  pensando que el viaje era sólo hasta el casco urbano de Rioblanco, pero en la medida que avanzaba el día nos fuimos enterando que el periplo era hasta su casa natal. Después de ires y venires y de ajustar cosas, al fin salimos a eso de las 3pm, del martes, 25 de abril.

Fue un viaje largo, a eso de las seis de la tarde llegamos al municipio de Chaparral, allí dimos alcance al carro fúnebre. Partimos nuevamente a las 6:30 llegando a Rioblanco a las 8:30 de la noche, hasta ahí todo fue color de rosa ya que íbamos en una buseta más o menos cómoda, de allí en adelante nos tocaba viajar en campero por carretera destapada y trocha. Salimos como a las 10pm y a 40 minutos de viaje nos encontramos con un obstáculo natural llamado El Cambrín, un caudaloso río que en una de sus reiteradas borrascas arrasó con el puente que servía de paso, por lo que hubo que cruzar el río por un puente colgante que se bamboleaba de un lado al otro, en ese momento sólo pensaba en los que tenían que pasar con el ataúd a cuestas. Ya al otro lado, no supe en que momento pasaron el ataúd, los baquianos en el amarre y desamarre se dieron a la tarea de liar el féretro en la parrilla de uno de los camperos, al mismo tiempo que las 30 o 35 personas que viajábamos nos íbamos acomodando, amontonando en los tres camperos que nos llevarían hasta la vereda Río Negro a donde finalmente llegamos a eso de la 1:30 am; al momento de desembarcar, mas magullados que un bulto de tomates, empezó a caer una pertinaz llovizna como si la montaña estuviese llorando la perdida de uno de sus más adorados hijos. Inmediatamente, después de apearnos de los vehículos, emprendimos el ascenso por un estrecho sendero,  desconocido por quienes desde la ciudad íbamos. En la medida que subíamos, el camino se hacía más pendiente y debido a que la lluvia arreciaba el lodo aumentaba haciendo la trocha, cada vez más resbaladiza; lo sentía por los compañeros y compañeras que pensando en que el sepelio sería en el pueblo, habían viajado con indumentaria no apta para transitar por caminos veredales y sin las herramientas necesarias para hora y media de travesía a pie. A la mayoría nos sorprendió la resistencia y destreza de los campesinos para cargar el ataúd, lo ataron a dos varas y a pesar que salieron de últimos, llegaron de primeros; yo salí de primero y llegué de último.

Arribamos a la casa familiar de Jero a eso de las tres de la mañana, empapados y embarrados de pies a cabeza y al sacar de los maletines las ropas para mudarnos, descubrimos que estas también estaban mojadas, afortunadamente la solidaridad de la familia no se hizo esperar proporsionándonos, a la mayoría, ropa seca y un suculento y caliente caldo de mondongo para todos. Entre tanto amanecía, segunda noche en vela pero todos y todas con el ánimo en alto, la ocasión así lo ameritaba.  En la medida que transcurría el día, provenientes de diferentes veredas, más y más familiares y amigos hacían presencia en la humilde pero acogedora morada, todos con un único propósito, acompañar a los deudos del amigo, el hermano, el compañero, el líder, el dirigente; ya que todo eso era Jero para los habitantes de la región.

A media mañana se dio inicio a las honras fúnebres: primero se hicieron responsos católicos a cargo del profesor de la escuela de la vereda, luego un culto evangélico en cabeza del pastor veredal y después, las condolencias y el reconocimiento de quienes en representación de las organizaciones, acompañamos el féretro desde el municipio de El Espinal. Allí estábamos cumpliéndole a Jero, a la familia y a la comunidad: la Asociación de Trabajadores Campesinos del Tolima (ASTRACATOL), la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), Juventud Rebelde (JR), la Asociación Nacional de Zonas de Reservas Campesinas (ANZORC), la Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria (FENSUAGRO), Aló Maestro y la Corporación Semilla y Memoria; todos integrantes de la Marcha Patriótica; fue un momento muy emotivo, cargado de mucho amor, compañerismo, camaradería y mucho compromiso para con su memoria y su ejemplo. Al caer la noche del 26, en el funeral nos encontrábamos alrededor de 150 personas. Toda la noche del 26 se acompañó el féretro y la familia.

La familia programó el sepelio para el día 27 a las 10 de la mañana, esa mañana se repitió la ceremonia del día anterior y a eso de las 10,30 se inició el lento caminar hacía el sepulcro, allí se vivieron dolorosos  momentos, despedimos a Jero con nuestra consigna de: “por nuestros muertos, ni un minuto de silencio, toda una vida de lucha y de combate!!!” De regreso a la casa familiar, nos esperaba otro suculento almuerzo. A eso de las 12:30pm y después de un cálido abrazo de despedida, iniciamos el descenso hacia la carretera-trocha donde nos embarcaríamos de regreso a nuestros lugares de residencia, llegando a nuestro destino a eso de la media noche. Así despedimos al amigo, al camarada, al dirigente.


Compañero Jerónimo, presente, presente, presente; hasta cuando, hasta siempre!!!

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